En los versos de despedida,
los besos sollozan
en la esquina dócil
de la mirada perdida,
y las caricias extinguidas
le hablan al silencio
de la cuca mona
de la tarde sin olvido.
En los versos de despedida,
el tiempo duda
golpeando, golpe a golpe
la soledad del recuerdo,
mientras por la memoria,
despacio pasean,
las horas, los minutos
de aquel –Te quiero-
que los dedos de la caricia
congelaron el tiempo
dejando sus huellas
recorriendo la espalda
de un cuerpo desnudo
lleno de deseo
y de pasión sin nombre,
sin permiso, ni reglas.
En los versos de despedida
las promesas son amargas,
los besos se quedan huérfanos,
las caricias son fríos saludos
a la deriva en el océano de la vida,
en un tiempo enredado
en la brisa de un mañana
de mil batallas.
Pippo Bunorrotri.
El hombre que le susurra a los sentimientos 