Esa parte del día
en que su posos deposita
y la luz se marchita, espera,
a la enlutada doncella, la noche,
donde la luna acecha
para escuchar sus pesares.
El atardecer del sol se despide
triste y dolido
con un quizás hasta mañana
que nunca llega
llevando su desdicha
a la enlutada doncella, la noche,
que ya ella se acicala
ante el espejo del mar
que con sus contoneos
su figura alarga en el horizonte
de un destino anticipado
donde el día muere
con su pena y desdicha,
dejándonos el adiós del atardecer
en el jardín de la preterición.
Poema 2017
Pippo Bunorrotri.