El cielo sin estrellas
vestía de negro,
el viento
una lengua de hielo,
en la noche
del largo suspiro
donde el ardiente sentir
era un tizón mortecino.
En la noche
del largo suspiro,
el estremecimiento
era el adiós eterno
de los recuerdos
que se quedan
en el moteado universo
de un agotado
cuerpo abatido
por el tiempo.
En la noche
del largo suspiro,
quedan los gritos
del silencio,
los reproches
sin razón,
el dolor
sin violencia,
las humillaciones sufridas,
la razón sentida.
El cielo sin estrellas
vestida de negro
en la oscura platea,
el viento
una lengua de hielo
en la noche
del largo suspiro,
el lamento de tu voz
profana
en la soledad
del silencio,
antes de exhalar
el último aliento.
Pippo Bunorrotri.