Mis ojos se tapiaron,
mi mirada se extinguió,
el sofoco de mi suspiro
se ahogo en el dolor.
Los latidos apagaron
el opresor ardor
de mi corazón.
Mis noches se volvieron
mantos fríos
de resquebrajados
anhelos.
La triste soledad
de la pasión quieta
como carcelero, encerró
la calidez del deseo.
Porque tú
ligera brisa
de mi caricia
te sumergiste
en la incógnita
de tu universo,
dejándome solo
el lloro sin lagrimas
del raudo silencio.
Pippo Bunorrotri.
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la soledad no sabe consolar…ella solo sabe acompañarnos en la caída….besos al vacío desde el vacío
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Estamos de acuerdo…. aunque a veces la soledad reconforta… Saludos y gracias por comentario, que siempre son bien venidos
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