Cuando la noche,
es noche,
la lánguida
oscuridad
estira su manto,
para que acaricies
el horizonte
de ese placer
que te viste
de infinito.
Cuando la noche,
es noche,
y la lánguida
oscuridad
pinta de negro
la soledad,
es la hora intima
de susurros y recuerdos,
de encuentros suspendidos
en la imaginación del momento,
de magia,
de encantos,
de eternos besos,
de sublimes caricias,
de males emborronados,
donde una figura –sin rostro-
acaricia tu terso rostro
y una sonrisa
se dibuja
en tu mirada.
Pippo Bunorrotri.
Inicio