Agosto se viste de corto
y ante las olas del mar
se desviste sin pudor
y con candor.
En la platea
del teatro de la playa
se acomodan
sombrillas y tumbonas
para descubrir
geometrías perfumadas.
En el anfiteatro del sol
se ensayan movimientos
que se fugan
en las sombras de sus rayos
mostrando el blanco
de la cerrazón
que su pasión esconde.
Agosto es ese mes
donde el calor aprieta
el sudor corre
y las pasiones
se despiertan.
A la sombra de un parasol
se murmura del vecino,
del gobierno y del patrón,
se susurran recuerdos
que llevan a un beso
sin pasión.
La pasión se desata
en las noches de agosto,
con una copa de vino
y el descuido de una caricia
que termina
en la arena de la playa
o en la penumbra
de una habitación.