EL INDIGENTE

Sentado en la fría acera
mira y no ve
el mundo de colores
que no es suyo
sonriendo a la nada.

Duerme en el portal de un banco,
ese que un día todo le quito sin decir porque
y nada le da sin explicación.
Soñando en ese mundo que un día recorrió.
En el hogar que perdió y que no olvida,
en la comida que sobraba
en el pan que ahora no llega
en las alegrías del corazón
en los males que dejaron en su alma
en los dolores del cuerpo
de una vida que no es vida.

La ciudad es trajín, bullicio
prisas, risas, llantos
alegrías, desencantos
y preocupaciones también
pero nada de eso es para él.
En el arco iris de la ciudad
él es el blanco que nadie ve
es el gris que aborrece
es la oscuridad que nadie quiere
y que la conciencia de la ciudad olvida.

El indigente
solo tiene un sueño,
un sueño que no llega
pues en el olvido
de la ciudad se perdió.

EL ABUELO

El abuelo camina

tímido e inseguro

sumido en los recuerdos del ayer

ajeno a lo que revolotea a su derredor,

ensimismado en su yo

repasando el pasado que vivió,

ya ni soñar quiere.

pues el soñar le hace daño

su destino escrito

y deambulado en el

ya solo espera el final,

ya los reveses le importan

ya los desengaños

le hacen daño.

SIRENAS

Criaturas difusas de la imaginación

que con su voz musical,

atractiva e hipnótica te embruja

que a dioses arrastran

y a hombres condenan

a perder la razón.

Con la Flauta, la Lira y su voz

cuenta la leyenda

que a Ulises una noche

quisieron encantar

mas él con argucias

las rechazo.

Deidades ctónicas de otra vida

que compiten con las musas

en el Teatro anglosajón

en el Coliseo romano

en le Partenón griego

por la inspiración.

Habitan en una isla rica en flores

donde aguardan en solitario,

en un prado floreado

la espera del velero

del poeta soñador

del escritor solitario.

Las sirenas son hijas de la inspiración

en ese mar inmenso de la realidad que parece

mas solo es el reflejo invertido de un sueño

donde habitan esas criaturas divinas

de largos cabellos ondulados, como las olas del mar

con cara de luna y perfectos senos redondos y duros.

Sus extremidades son un pez

que se mueven a derecha e izquierda

con la delicadeza de una mujer

con dulce voz y sonrisa encantadora

su abrumadora belleza te sorprende

su mirada conquista y arrebata.

Cuando la realidad vuelve

y en el sueño

la sirena se desvanece

convirtiéndose en espuma de mar

que a tus pies adormece.

Las Sirenas en realidad no existen

sin embargo en nuestros sueños están

tal vez por pedantería

en nuestra imaginación las creamos

para matar nuestra desolación

escuchando el salmo de su voz.