EPILOGO

La tristeza es ahora quien recala

en mi alma cansada,

de ella sale a borbotones

la melancolía, la aflicción, el desencanto.

 

El murmullo acumula tanto quebranto

que los sentimientos

deambulan perdidos

en el valle del olvido.

 

El pesar corre bajo mis pies

imponiendo entre sus raíces

un confín de vocablos en duelo,

que réquiem son de un pasado.

 

Ya en mi corazón flotan los recuerdos,

pesadilla  de un adiós,

se abre a un desencanto

cubriendo de grises nubes mi cabeza.

 

Sentimiento encumbrado,

desconfiado, apesadumbrado

y solitario, de una vida perdida

en el laberinto del día a día.

 

Desnudez de mi enajenación

fulgurando la noche en día,

la amargura cautiva los epílogos

de esta vida que llega a su fin.