De días grises
de tardes azuladas
de noches sin mañana
llenas el tiempo de la vida,
mas en todas ellas
el reflejo de lo amado
llevas gravado.
En esos días sin noche
en qué lloras de pena
por lo perdido,
por lo olvidado,
de alegría lloras
por el ser amado
a que llegue a lomos del blanco corcel del tiempo
para dejarte una caricia
que te derrita en su regazo.
En esas noches sin mañana
en las que te miras en el reflejo del espejo
y tu mirada descuidada
descubre el engaño del reflejo,
de que el tiempo lento camina
mas el tiempo va deprisa, no se detiene,
y en tu rostro sus marcas deja
aunque la osadía del espejo
se empeña en demostrarte
que esas marcas son los despojos
de los devaneos del día,
vana gentileza del reflejo del espejo.
Sabia es la arquitectura humana,
pues naces en alegre cuna
y te vas en triste sepultura
después de haber descubierto
los días grises,
las tarde azuladas,
y las noches sin mañana.