En la soledad de la noche
en el sosiego del silencio
mis callados versos
lloran palabras de ese momento
en que busco la forma
de hablarte de nuevo
sin despertarte de tu sueño,
ese sueño de misterio
en el que te sumergiste
del que no hayo la manera de despertarte,
ya que no puedo… madre
porque… estas muerta.
Te recuerdo en el olvido,
y en ese olvido,
halló la sonrisa de tu boca,
la mirada dulce de tus ojos claros,
las caricias de tus manos,
las palabras, los suspiros, de madre.
Que solo me he quedado… madre
sin tus besos,
sin tus caricias,
sin tus reproches,
sin tus silencios cómplices
sin tus palabras,
que calmen mi alocada fantasía
del ayer que es mañana.
Muchos mañana ha habido
desde aquel ayer
en que te sumergiste en tu sueño,
pero en mi memoria
aun guardo el recuerdo
del último momento
de esa vida tuya que se iba
a esa oscuridad,
donde el tiempo no es tiempo,
donde lo cotidiano
se quema en la hoguera del olvido.
Aquellas palabras tuyas,
aquella caricia de tus manos
sobre mi rostro derrotado,
aquel último beso
en mi mejilla…
jamás será olvidado,
lo que sucedió en aquel momento,
al cual la indiferencia y el olvido
no tienen acceso,
es el eterno secreto
de una madre y un hijo,
de un hijo y su madre.
En la soledad de la noche
en el sosiego del silencio
mis callados versos,
te recuerdan madre
en el olvido del ayer,
pues el mañana…
no es lo mismo
pues en el tú ya no estás,
aunque yo en el recuerdo
siempre te llevo…MADRE.