EL TIEMPO

 

Entre altas columnas de coliseo romano

Camina tu sombra sin dejarse ver,

Como un fantasma etéreo

encepado en mi corazón.

Un dolor eterno

Corrompiendo mi alma

Con cánticos lentos

Sutil glacial que me abraza y atenaza

En esta habitación

Que seguramente será

Con el tiempo

El tálamo donde descanse

Mi cuerpo, mi alma

Con el tiempo

AMIGO

Enséñame a creer

que puedo hacerlo mejor

cuando sangren mis heridas

y me apoye en tus manos abiertas.

No pretendas adivinar siempre

qué estrella perdí,

en la oscuridad de la noche,

que no podre encontrar

en el amanecer del día.

Mírame y enséñame

a entender

que todo se pierde…,

que todo vuela…

llevado por la olas

suaves de un viento.

Que nada es tan tuyo

como para retenerlo

a tu lado para siempre.

Ni tan ajeno

que su partida

no te hiera…,

ni te duela…

Aprende a creer,

simplemente creer,

en este loco,

que a veces

pierde su cordura.

A no mentirte

cuando me veas reír,

cuando me veas llorar,

cuando me veas sufrir.

¿Por qué?

No necesito

ni compasión

ni pena,

a la que alimentar.

Solo quiero eso

que no escucho

en el teatro

de mi mente,

para reír.

Hazte mi cliente,

mi marchante,

cuando intente vender…

el silencio

de mi soledad.

Que, una vez reventado

mi último aliento,

nada podré demostrar,

nada podré ofrecer.

Ahí sí quiero que estés,

a mi lado…,

sin reservas…

ni condiciones.

Porque un amigo

es algo más

que una preciosa puesta de sol

en el confín

del transparente cielo

en la inmensidad del océano.

La amistad

es una senda

en el camino

que juntos

sembraremos…

de razones.