En la oscura soledad de la noche
delante del lienzo blanco,
que es tu piel,
me he puesto a pintar sobre el
usando mi dedo corazón,
como lápiz blando,
comencé a dibujar
el contorno de tu figura
de los pies a la cabeza, para luego
con el resto de mis dedos
a modo de pinceles
rellenar con esmero y dulzura
rellenar tu figura de color,
colores luminosos,
intensos,
llenos de luz
como los de reales de tu piel.
Cuando con mis pinceles
retocando estaban
el triangulo de tu pubis,
la redondez exquisita,
casi perfecta de tus pechos
de mujer madura
y joven a la vez,
un grito de placer
a mi mete acudió
un grito en mi surgió también
mas levantando la vista
mas tu rostro hallé
un rostro luminoso,
de mujer,
alegre sin sonrisa
de dolor sin dolor
de sentir sintiendo
solo placer.
De tus ojos entreabiertos
una luz brillante, brotaba
que me incitaba a continuar.
Era la luz brillante
del amor.